La ruta de las leyendas y de la historia

La Ruta de las leyendas transcurre por un entramado de pequeñas y animadas calles que conforman el centro de la ciudad de Olhao, es un itinerario por la zona histórica de la ciudad, que propone cinco paradas en zonas asociadas a diferentes mitos y fábulas, la mayoría de ellas relacionadas con la presencia musulmana en estas tierras del sur.

La iniciaremos por el poniente en el Largo João da Carma, una plaza escondida tras los cocederos de mariscos que dan a la Avenida 5 de Outubro, nos sorprende con la estatua gigante de Arraúl, que tiene mucho que ver con el origen de Olhão.

¿Quién era Arraúl? El hijo de uno de los guardianes de las columnas de Hércules, sobreviviente a la desaparición de la Atlántida, gracias a una ballena que se lo tragó, pero que acabó devolviéndolo vivo en el lugar donde comenzó a formarse Olhão.

El joven se enamora de este lugar y decide protegerlo de las tempestades a través de una enorme barrera de arena que va transportando de los cerros cercanos de São Miguel y de la Cabeza, muy cerca de donde hoy está la localidad de Moncarapacho. La rumorología popular dice que las galerías que tiene este último cerro fueron producidas por Arraúl. Esta barrera es la que dio lugar a uno de los lugares más bellos de todo Portugal: la Ría Formosa y sus islas desde Cacela Velha hasta Faro.

Al final de esta plaza, tomando la siguiente calle a la derecha, hacia el Largo do Carolas, se accede a una pequeña plazoleta con una pequeña escultura metalizada, la de un niño con unos enormes ojos: el “Menino de Olhos Grandes”.

En la época del contrabando en Olhão se hizo célebre la leyenda de la aparición en la zona del Largo do Carolas de un niño encantado, bajito, de ojos grandes que no paraba de llorar en la noche. La mayoría de las personas no salían por miedo al encanto, ya que algunos aseguraban que el llanto del niño podía hasta matar a una persona. La aparición comenzó a extenderse también al barrio de Levante. Los marineros que juraban haberlo visto, lo cogían en brazos para consolarlo, pero el llanto y su peso aumentaban y cuando lo soltaban en el suelo el niño desaparecía.

Continuamos nuestro camino por Barreta, por las ruas do Carolas y Pinheiro, se amplía la calle en el Largo do Gaibéu, donde unas pequeñas esculturas de acero simulan a niños jugando en la calle. Toca ahora una parada para conocer la leyenda del Moro Encantado.

Estaba Manuel, un joven pescador, jugando en la calle a la pelota con sus amigos cuando un extraño joven se quiso unir a ellos. El extraño, que no tenía habilidad para el juego, le pidió a Manuel jugar en otro lugar, en el que levantó una trampilla y lo llevó a un palacio repleto de riquezas. Manuel quiso volver con su familia, pero el joven, de manera invisible, siempre le acompañaba, no dejándolo vivir. El hechizo, que según la tradición provenía de un moro encantado, desapareció cuando el joven fue a misa y comulgó.

Continuando por la rua de Gaibéu, hasta la Praça Patrão Joaquim Lopes, está la seductora Floripes, que a día de hoy identifica a la ciudad. La estatua marca el límite entre los dos barrios del centro: a su izquierda se sitúa el barrio de Levante, más cercano al puerto pesquero y, a su derecha el barrio de Barreta, junto al puerto deportivo

Floripes es uno de los mitos más sugerentes de todo el Algarve. Una historia que parte de las apariciones nocturnas de una atractiva mujer vestida de blanco en una casa del Molino Mareal del Sobrado. Un joven de la localidad, Julião, fue testigo una noche de la presencia del fantasma. La mujer, con los pies descalzos y una flor en sus cabellos, le confesó ser una mora encantada, de nombre Floripes, que esperaba el regreso de su padre huido a su país tras la llegada de los cristianos. La dama contaba que el padre tuvo que salir ante la persecución cristiana sin poder avisarla y cuando su padre envió a su amado a buscarla, el barco naufragó y el amado acabó ahogándose. 

Entonces, el padre, ante la imposibilidad de que su hija regresara, la dejó aquí encantada. La tradición popular asegura que la joven se aparece por las noches a los hombres, desafiándolos a cruzar la ría con una vela encendida a cambio de su amor, su matrimonio y su reino. Y los que lo intentan acaban debajo de las aguas.

Nos despedimos de Floripes y nos adentramos en otro barrio de la ciudad, el de Levante, el de los industriales, donde cambia la arquitectura urbana demostrando la prosperidad de este sector frente a la de los pescadores, con casas más grandes y engalanadas con coquetos frisos.  

Por la rua Major Caldas, Sete Cotovelos y António Lopes llegamos a la zona de las antiguas fábricas conserveras, adornadas hoy con espectaculares grafitis que recuerdan las labores de estas naves. Este ha sido el lugar elegido para representar la Lenda do Marim.

En Quinta do Marim, dice la leyenda que en su día se asentó un rico señor árabe que construyó allí su castillo. Tenía una hija bellísima pretendida por muchos, pero que nunca concedía su mano a ninguno. Uno de ellos, un joven rico y con grandes cualidades poéticas y musicales, acudía todas las noches debajo de la ventana de tan bella dama, a la que enamoró con sus canciones y versos.

El padre no veía con buenos ojos aquella situación y llamó mandar al pretendiente, al que le propuso, a cambio de la mano de su hija, que trajese a sus campos, faltos de agua, la Fuente del Canal, creyendo que se libraría de él. Sin embargo, la siguiente noche lo volvió oír cantar bajo la ventana de su hija y, al asomarse, vio un gran abismo de agua bajo su castillo para regar toda la propiedad. Al darse cuenta que tenía que cumplir su promesa y otorgar la mano de su hija, se dirigió al dormitorio de ésta y, en un ataque de ira, la arrojó por la ventana. El joven perdió el equilibrio y cayó con ella, pero no se ahogaron. Cuenta la leyenda que siguen saliendo muchas noches del agua y se dan la mano para pasear por esta preciosa propiedad, frente a la isla de Armona.

Una vez acabada la ruta de las leyendas seguiremos nuestro paseo por Olhão con otros elementos que representan parte de su historia.

La «Operária Conserveira»  está ubicada en la rotonda de acceso al Polígono Industrial de Olhão, rinde homenaje a las mujeres que trabajaron durante décadas y fueron la columna vertebral de la industria conservera del municipio. La estatua es de José Carlos Almeida y António Faustino.

La estatua del caballito de mar, en la rotonda del Hotel Real Marina, en la entrada oeste de la ciudad fue diseñada por Isa Fernandes y tiene como objetivo dar más visibilidad y ayudar en la conservación de este animal emblemático y muy amenazado, que tiene en las aguas de Ría Formosa uno de sus últimos refugios en el mundo. 

Si seguimos por la avenida 5 de Octubre nos encontramos con un homenaje al pescador olhanense.

Frente al puerto deportivo vemos a Margareta, un saveiro que participó en la película “ La leyenda de Floripes” estrenada en 2008.

Los saveiros son embarcaciones construidas exclusivamente de madera, incluso los clavos en las más antiguas; de boca abierta de unos 5-6 metros de eslora, que junto a una lancha de balcón, capturaban caballa y jurel a través del arte del balcón. 

En este arte se utilizan redes de balcón (tipo de cerco) para pescar chicharro o jurel y caballa, a través del señuelo con pasta de sardina y un foco. Las redes se lanzan entre el saveiro y otra barca auxiliar, cada una tripulada por 4 a 5 hombres. Todo el proceso se realiza navegando.

Los saveiros solían llevar una vela latina (triangular). Su construcción tenía como objetivo maximizar la aerodinámica, navegabilidad y estabilidad, aprovechando al máximo la materia prima utilizada, la madera. Sus colores son característicos, siendo los más comunes el azul, el rojo, el blanco y el amarillo. 

Antes de seguir por el paseo marítimo nos adentramos en el interior por la calle Doctor Alberto de Iria (Puesto de la policía) para encontrarnos en la plaza Joao de Deus, con Manuel Lopes de Almeida, auxiliar de farmacia, nacido en Viseu en 1887 y fallecido en Olhão en 1969.

Llegó a Olhão, a los 17 años, como ayudante de farmacia, desarrollando una gran labor de conocimiento en la farmacia Progresso de Olhão, en una época en la que no abundaban los médicos, coincidió entre otros con hombres intelectuales de la época como João Lúcio.

Si ahora encaminamos nuestros pasos hacia el mar, encontramos el Jardín Pescador Olhanense, que acoge el kiosco de la música donde se celebran los principales eventos de esta ciudad, entre ellos el Festival del Marisco a mitad de agosto.(Falta rellenar).

Flanqueadas por el jardín del pescador olhanense y el del patrón Joaquim Lopes a oriente y occidente nos encontramos con dos construcciones emblemáticas de color rojizo con sus cúpulas verdes, el mercado de Olhão de 1917, santo y seña de esta ciudad. Cruzando la avenida 5 de octubre, la plaza del patrón Joaquim Lopes acoge al  edificio de la Alfândega de 1842 y a Moura Floripes y encarando nuevamente nuestra vista hacia la ría tenemos una réplica del Caique Bom Sucesso, barco con el que, después de ganar a los franceses, diecisietes navegantes de esta ciudad viajaron a Brasil para informar al rey regente D. João de la victoria. Una hazaña marítima para su tiempo, que nos recuerda que Olhão es una ciudad con y de historias.

En el jardín Patrão Joaquim Lopes, justo enfrente de la Ría Formosa, se encuentra un busto de bronce posado sobre un pilar, rodeado por un muro y un monumento simbólico a un lado, en honor a Joaquim Lopes

Joaquim Lopes era un hombre de mar. Nacido en Olhão en el año 1800, comenzó a trabajar en el mar de niño. Era pescador y patrón (nombre que se le da al marinero que controla el barco) pero fue como salvavidas que ganó protagonismo, siendo reconocido no solo en Portugal sino también en el extranjero. 

 “Ganó el que trae hábitos y medallas al pecho. Nunca matando hermanos, sino desgarrando mortajas” Tomás Ribeiro

Dirigimos nuestro caminar nuevamente hacia el interior hasta la Plaza de la Restauración y alrededor de la Iglesia Matriz tenemos:

Columna a los héroes de la Restauración de 1808 (frente al Museo Municipal) levantamiento popular que durante la ocupación francesa culminó con la expulsión de las tropas napoleónicas de Olhão. Una hazaña por la que fue nombrada Villa de Olhão da Restauração.

A la sombra del campanario de la iglesia vemos la estatua en homenaje a Antonio Baptista Delgado, nació en Vila Real de San António en 1884 y murió en S. Brás de Alportel en 1967.

Fue canónigo de la Catedral de Faro en 1915 y de Olhão de 1919 a 1965, realizando una importante labor social, de la que destaca la fundación de un Asilo para niños abandonados o huérfanos (actualmente denominado Centro Social de Nossa Senhora de Fátima).

La Avenida de la República empieza con João Lúcio. Abogado y, sobre todo, conocido como uno de los más grandes poetas del Algarve, nació en Olhão el 4 de julio de 1880 y murió en la misma tierra en 1918, con tan solo 38 años.

Abrió oficina en Olhão y en pocos años ganó fama como uno de los mejores abogados del Algarve. Políticamente, fue un monárquico convencido, amigo y partidario de João Franco. Como orador influyente, fue elegido diputado franquista en 1906 y más tarde fue alcalde de Olhão. Tras el establecimiento de la República en 1910, volvió a ser diputado de la minoría monárquica.

Su conservadurismo monárquico, combinado con el hecho de pertenecer a familias muy diferentes, lo llevó a ignorar toda la nueva riqueza que se vivió entonces en Olhão con el auge de las conserveras.

Gran amante del Algarve, escribe su obra poética más conocida, «O meu Algarve», donde hiperboliza la luz, los colores, la tierra y el mar de su Algarve.  “Por su exuberante gusto por el color y la mitología popular”, el doctor Francisco Fernandes Lopes, su compatriota, lo define como «fibrilarmente torturado por el misterio del mundo y el espectáculo rugiente de la vida cotidiana». También publica «Nas Asas do Sonho», una oda a la capacidad humana de soñar para escapar de la realidad, y más tarde, «Difundir fantasmas», «Impresiones de viaje» y «Vento de Levante».

Hacia la mitad de la Avenida, en su lado derecho, tenemos un panel de azulejos de Jorge Timóteo, en alusión a los aguadores.

En Olhão, afirman que todo comenzó » por un ojo de agua, alrededor del cual nacieron cuatro pozos «. El Pozo viejo, el Pozo nuevo, el Pozo pequeño y el Pozo de las bombas que, en este rincón, se recuerdan y perpetúan.

Este pozo de las bombas se convirtió en la principal fuente de abastecimiento de agua para consumo público, donde repostaban los aguadores que distribuían el agua de puerta en puerta con sus carros tirados por animales.

Finalizamos la avenida con El Jardín João Serra, un pequeño espacio verde ubicado en el centro de Olhão, junto a la Estación de Ferrocarril y el Palacio de Justicia (Tribunal). Inaugurado en 1903, tiene desde el 16 de junio de 1990, una estatua que representa a una ninfa emergiendo de las olas.

En este mismo jardín nos encontramos con varios monumentos en homenaje a combatientes olhanenses muertos en la Primera Guerra Mundial (1914-1918).

Cruzando la vía férrea y dejando a la derecha la avenida de Bernadino de Silva, nos encontramos con la plaza de Agadir, el nombre se debe al hermanamiento de las ciudades de Olhão y Agadir, en el reino de Marruecos, en 1987. En ella podemos disfrutar de un espacio verde, con terrazas y en su día una fuente luminosa que ha desaparecido.

Al lado se ubica la escuela secundaria de Olhão que lleva el nombre de nuestro siguiente protagonista.

Francisco Fernandes Lopes (Olhão, 27 de octubre de 1884 – 6 de junio de 1969) se licenció en medicina, pero destaca por su vasto conocimiento enciclopédico, habiendo escrito decenas de textos sobre diversos temas. Aunque fue médico, se destacó principalmente como musicólogo, músico, historiador, filósofo, etnógrafo, inventor, etc., 

También fue profesor en varias escuelas, como el Liceu Nacional João de Deus de Faro, la Escuela Primaria de Faro (de la que también fue director durante 7 años) y la Universidade Popular do Algarve, y en varias disciplinas totalmente diferentes, de idiomas, dominó el español, el francés, el alemán, el italiano y el ruso, incluso las matemáticas, la historia y las ciencias naturales, la geografía y el dibujo.

Una faceta menos conocida de su genio verdaderamente renacentista es el hecho de que inventó varios artefactos y métodos, como: un diafragma para mejorar el sonido en una granola, lanzada al mercado bajo el nombre de Gharbe, la nueva clave del “Verso Enigma” de Gil Vicente (1937), el nuevo sistema de transliteración árabe-latino (1942) y el método práctico e infalible para calcular rápidamente el día de la semana de cualquier fecha (1946) y el nuevo sistema de nomenclatura y notación de la escala musical dodecafónica y el cifrado de intervalos y acordes de todo tipo (1952).

Recorriendo la avenida Bernadino de Silva no hay que perder detalle en las antiguas mansiones. Elegantes edificaciones que nos hacen imaginar la prosperidad de la ciudad de otros tiempos, con sus grandes ventanales, acabados en las esquinas y remates superiores de las fachadas. Acabamos en la N-125 y una rotonda con un gran cubo, símbolo con el que se conoce a esta población: la ciudad cubista.

Nada tiene que ver el nombre con el movimiento artístico de principios del siglo XX, sino con la forma de las casas del barrio de pescadores de Barreta, construcciones realizadas en forma de cubo, donde se prescindió, por mera utilidad, de los tejados a cuatro aguas, optando por coronar sus viviendas con azoteas y minaretes para secar el pescado, los frutos y vigilar su mar. Una tipología arquitectónica muy similar al de algunas ciudades árabes y por la que el periodista algarvio Roberto Nobre la bautizó como la ciudad cubista.


Cruzando la N-125 y paralela a esta, en la calle de los Combatientes de Ultramar, hay un monumento dedicado a los combatientes olhanenses que cayeron luchando en las colonias africanas de Angola, Guinea y Mozambique.