Los 7 valles suspendidos

La ruta de los siete valles suspendidos se realiza a lo largo de acantilados, donde poca vegetación puede sobrevivir, y donde la acción conjunta del mar y las líneas de agua dulce han creado los llamados valles suspendidos, con formaciones naturales como arcos, algares, cuevas y cornisas.

Nuestro primer valle de la ruta es de Centeanes que da nombre a la playa. En la base de las paredes vemos cuevas excavadas por el mar; en el tramo central de la playa, vemos los surcos por donde fluye el agua de lluvia.

Siguiendo el trazado del sendero llegamos a un mirador que esta sobre la playa de Rocha Brava. Tras contemplar las vistas iniciaremos el descenso al segundo valle, el de Rocha Brava.

Tras un ligero ascenso divisaremos un faro de 15 metros de altura con la parte superior de rojo, hecho de mampostería recubierta de azulejo blanco. Es el faro de Alfanzina, colocado en el extremo del cabo Carvoeiro. Al aproximarnos iremos viendo varios algares, convenientemente cercados.

Dejando atrás el faro nos internaremos en un bosque de pinos de Alepo que nos adentrará en el tercer valle. En el descenso encontramos con unas mesas y bancos para comer en una zona con mucha sombra y en el fondo la playa de Espinhaço.

En una zona con poca vegetación nos encontramos con un mirador sobre el Peñasco del ladrón, roca emblemática con varias leyendas de princesas.

Siguiendo el recorrido encontraremos una larga escalera que nos introduce en el cuarto valle. Para acceder a su playa, la de Carvalho, tendremos que seguir bajando peldaños esta vez esculpidos dentro de la piedra.

Nuestra ruta nos lleva hasta Benagil, un pequeño pueblo de pescadores con unas casas muy coloristas.

Nos adentramos en el pueblo y vamos descendiendo por sus calles a nuestro quinto valle, el de la playa de Benagil.

Abandonamos el pueblo y nos encontramos enseguida con el algar de Benagil.

En nuestro recorrido lo siguiente será divisar la gran playa de Corredoura, de 100 metros de longitud pero que sólo es accesible en barco.

Pasada la playa Corredoura se encuentra una pequeña cala cuya longitud no supera los 20 metros y a la que no puedes acceder desde el acantilado. Nos referimos a la playa del Cão Raivoso. En sus inmediaciones se encuentra un algar accesible con embarcaciones.

Siguiendo el recorrido llegamos a la playa de la Mezquita, donde admiramos la verticalidad de sus acantilados y la curiosidad de las formaciones rocosas, la más llamativa dos arcos creados de forma natural por el agua. En frente unos islotes de roca que parecen custodiar la playa.

Sin enterarnos ya habremos cruzado el sexto valle y nos encaminamos al séptimo valle. Llegamos a una zona de aparcamiento en cuyo extremo nace el camino que nos baja a la playa de la Marinha una de la más larga de las visitadas.  En la playa a la izquierda hay una especie de gruta por la que se accede a la cala do Buraco.

Finalizamos nuestra ruta avistando la playa del Pau, accesible solo por el mar.